Junior Casanova Valverde, ex agente de la Seguridad del Estado, durante su paso por Brasil. (YPP)Avellaneda No. 271, entre San Esteban y Callejón de Correa. Es la calle y el número exacto donde radica la Gerencia Territorial de ETECSA (Empresa de Telecomunicaciones de Cuba) en Camagüey. Allí, en el cuarto piso, en una pequeña sala, y durante dos años, trabajó Junior Casanova Valverde, de 31 años de edad y ex agente del Ministerio del Interior (MININT).Hoy tiene algunas penas y le cuesta trabajo liberarlas. Sin embargo, dice que "nadie imaginaba" que él era del MININT, "nadie sabía lo que hacía allí": "Vestía el uniforme de ETECSA y tenía un 'solapín' colgado al cuello que me describía como 'analista de operaciones'. Entraba junto a los demás, pero nadie sabía mi horario de salida. Trabajaba en ETECSA, pero no para ETECSA…".Y entonces, ¿cuál era su verdadero trabajo?Es muy difícil describirlo y aceptarlo. Me gradué en el Instituto Técnico Militar José Martí, en la especialidad de Telecomunicaciones. Allí aprendimos casi todo lo relacionado con el equipamiento de que dispone el ejército para la comunicación en tiempo de guerra. Un año después de graduado, y junto con otros 30 militares, pasé un curso en el Instituto del MININT de Santa Clara para trabajar en las unidades de escucha. Allí, creo que hasta hoy, es donde se forman los que se dedican a esto en todo el país.Sin embargo, nunca imaginé que aquellos conocimientos que adquirí servirían para el desempeño de lo que hoy considero una ofensa. Yo escuchaba, grababa y hasta descodificaba las llamadas telefónicas de muchos. Al menos de los que tenían el teléfono "intervenido".Los cubanos tenemos la costumbre de hablar "en código" por teléfono. Es una manera de reaccionar ante la "vigilancia". Ese hábito no se nos quita ni aun viviendo en el extranjero. ¿Cómo funciona el mecanismo de escuchas en Cuba?En cada gerencia de ETECSA del país existe una "oficinita" igual a la de Camagüey, donde trabajé dos años. Esa oficina es pequeña, pero como ninguna otra tiene acceso a todos los números telefónicos de la ciudad.Yo podía escuchar a cualquiera con sólo conectar un cable. Técnicamente es muy fácil, lo difícil es estar consciente de lo que estás haciendo, porque apenas tú conectas ese cable al terminal del teléfono, un equipo de grabación comienza a operar de manera automática, sincronizada. Con la telefonía digital en algunos distritos de la ciudad, era mucho más fácil, sólo apretaba una tecla. Hoy, como debe estar todo digitalizado, pues debe ser aún más fácil la labor del que allá trabaja.¿Quién decide qué línea telefónica intervenir?Ese registro lo lleva la Seguridad del Estado, y las líneas de teléfono a ser escuchadas las deciden los procesos investigativos que se estén llevando a cabo y que precisen de una prueba real, irrefutable, para determinados procesos jurídicos. Y en eso el teléfono es líder.Los teléfonos de los periodistas independientes (los que están en la lista de la Seguridad) son fijos en la escucha, es una orden permanente. Pero también los de los altos jefes del Partido o del gobierno, los de algunos periodistas, sobre todo los jefes de los medios de prensa, los de administradores de importantes empresas, los de muchos económicos de organismos de la administración central.Recuerdo que cuando la ampliación de las líneas telefónicas en toda la ciudad, fue la propia Seguridad del Estado quien impulsó que a los periodistas independientes les situaran un teléfono.Yo escuché conversaciones de Salvador Valdés Mesa [actual secretario general de la CTC] cuando era el primer secretario del Partido en Camagüey. Conversaciones desde su teléfono residencial y desde su oficina de trabajo. Todos esos minutos eran registrados, grabados… Ni sé adónde iban a parar esas grabaciones, pero lo cierto es que eran registradas por nosotros. Y lo más bonito es que ellos lo sabían, el propio Salvador Mesa estaba clarísimo de que todas sus conversaciones eran escuchadas.¿Y cómo funcionaba? ¿Usted grababa lo que le mandaban a escuchar e informaba sobre algún contenido sospechoso?Mi trabajo no era tanto escuchar, sino grabar. Es decir, las grabaciones eran trasladadas a los oficiales que estaban al frente de los procesos operativos del DTI (Departamento Técnico de Investigaciones). Pero era imposible no escuchar mientras se grababan las conversaciones.Quien hacía el trabajo era yo, era más bien un trabajo técnico. Pero casi siempre estaba el investigador al lado mío, ese sí quería escucharlo todo. Por ejemplo, en el caso de los disidentes, todas las llamadas que ellos hacían quedaban grabadas y eran escuchadas por el oficial que atiende a los periodistas en el DTI. Se compartían esos testimonios con el funcionario que atiende la prensa en el Partido.Los periodistas independientes eran detenidos muchas veces a raíz de las conversaciones que tenían por teléfono. Una vez hasta escuché una especie de reunión a la que estaban siendo convocados muchos, con diálogos muy fáciles y c